martes, 24 de octubre de 2006

Una pareja perfecta


Resulta que alguien me dijo hace un tiempo “Tenés que ver Una pareja perfecta ¡es la película perfecta!”. No sabía cómo decirle que ya la había visto dos veces (hubiera sido cortarle la ilusión a tamaño entusiasmo), pero se lo dije. Una pareja perfecta es una película desoladora, triste y a la vez llena de esperanza. La pareja perfecta del título ya no es tan perfecta y está en pleno proceso de separación, entonces –cuando se supone que todavía quedan muchos diálogos inconclusos- es cuando menos se habla. Y un poco de eso va la historia: de mostrar lo difícil que es compartir el mismo techo, dormir en camas separadas, querer hablar y encontrar una pared del otro lado, estar con alguien, pero sentirte solo. Y a la vez, desear una segunda oportunidad. Son pocas las escenas y cada plano es un cuadro con poco movimiento y con Valeria Bruni Tedeschi como plus: excelente actriz y además, hermosa. Es tan real que da escalofríos, porque las actuaciones –además- son brillantes. Y cuando empiezan los créditos finales uno quisiera quedarse en esa estación de trenes un ratito más para ver cómo sigue la historia de esos personajes tan parecidos a nosotros mismos, pero el director japonés Nobuhiro Suwa, nos dice que ya vimos demasiado…y lo que sigue, es otra historia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No me pareció tan perfecta "Una Pareja Perfecta". Esos larguísimos planos de cámara quieta en un ángulo, esa morosidad en el guión, de personajes que nada dicen, y que si bien transmiten claramente la angustia del momento que atraviesan, no llegan jamás a definir el origen de esa angustia. ¿Están en la crisis de la mediana edad?, ¿ignoran que se aman?, ¿sienten que no pueden convivir pese a que se aman? ¿Qé es lo que les duele?. Los reproches de ella a él de frivolidad, su manifiesta inconsistencia y volubilidad, esa actitud permanente de "no hacer nada", tornan al personaje femenino el ideal negativo de todo hombre. El fantasma que nadie quiere conocer en una relación de pareja. Si hasta cuando él le pide que le diga qué le pasa, ella lo mira y se ríe. El matrimonio, su mundo, su vida, se va por el caño y ella no sabe porqué, ni hace nada para evitarlo. Pobre tipo. La escena final en la estación sólo le presagia más sufrimientos. !Dios nos libre de la neurosis femenina!