domingo, 20 de noviembre de 2005

Acerca de Una historia violenta

Esta semana me empaché con Viggo Mortensen. Lo escuché en diversos programas de radio, lo vi en todos los noticieros y en cada suplemento de espectáculos matutino; siempre hablando de su pasión por San Lorenzo y, ya que estaba, del último film que protagoniza. A pesar del afiche muy poco seductor que empapeló Buenos Aires, el tipo promocionó tan bien la peli que no podía -ni quería- dejar de verla. Gran decisión la mía: Una historia violenta es mucho, pero mucho más de lo que promete. Habla de aquellas cosas que no podemos evitar, de ese pasado que aunque queramos dejar atrás nos persigue, de esas historias que pensamos inconclusas, pero siempre vuelven para saldar cuentas pendientes. Y de cómo la violencia está latente en los hombres, cómo -de manera imprevista- aquel que creíamos conocer se transforma en un extraño. La peli va in crescendo, las escenas son cada vez más crudas, el sexo es más salvaje y hasta los roles familiares se van modificando. La mirada que aporta Cronenberg es muy particular; me sorprendió la cantidad de primeros planos. ¿será porque es en el rostro, en la mirada, donde están respondidas todas las preguntas?. Una historia violenta no deja moraleja ni tiene un cierre tan contundente como los típicos finales estadounidenses, pero deja varias inquietudes dando vueltas en la cabeza. Es de esos films que se prestan al debate, porque el tema nos es cercano. Quizá también por eso, nos resulte un tanto irritante.

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