lunes, 10 de mayo de 2010

Carancho







Me resulta complicado escribir sobre Carancho, primero porque se dijo mucho y, segundo, porque por momentos siento que vi LA película argentina del año, y minutos después opino todo lo contrario. Lo que sí está claro es que Carancho no es indiferente; con el empujón que le dio el protagonismo de Ricardo Darín, en su primer fin de semana en cartel, llevó casi 100.000 espectadores a los cines, algo prácticamente impensado para un película de Pablo Trapero (director de films como Mundo Grúa o Nacido y criado, que cosechan premios, pero no seguidores).
Carancho empieza rara, con un dato que destaca que en Argentina mueren más de 8.000 personas en accidentes de tránsito y miles más resultan heridas. Todo esto mueve millones de pesos en gastos médicos y aseguradoras. Todo esto es un gran negocio, claro.
Carancho es violenta y se vive con todos los sentidos: Primero escuchamos golpes, después vemos sangre, en algún momento nos sentimos contracturados también. Y correrá mucha sangre. De Sosa, de Luján, de todos. Casi el 100% de los que actúan en Carancho, sangran en algún momento. ¿De qué va la historia? De un lado está Sosa, un abogado que por motivos desconocidos perdió su matrícula y se gana la vida recorriendo guardias y reclutando clientes para una fundación que ayuda a víctimas de accidentes de tránsito; les da unos pocos pesos y la mayor parte la reparte con la policía, los médicos, los camilleros. Un negocio turbio, se entiende desde el principio. Sosa es el carancho de la historia, un ave de rapiña que está el acecho, esperando el sufrimiento ajeno para sacar tajada de ello. Del otro lado está Luján, médica recién recibida, tímida, inocente, frágil. Luján casi no duerme, trabaja en un hospital, hace guardias, y anda a bordo de una ambulancia para un servicio de emergencias.
Carancho es la historia de amor entre Sosa y Luján en un contexto muy oscuro. Gran parte de las escenas transcurren de noche y cuando es de día (en el departamento de Sosa), Luján le pide que baje la persiana. Es tan oscura que, desde el vamos, uno sabe que la cosa tal vez no terminará bien. Luján y Sosa son personajes solos y también solitarios; están cansados, tienen pocas expectativas; lo pasan mal, tienen miedo, son maltratados y golpeados. Sólo cuando están juntos logran sonreír y se les ilumina la mirada. Sólo cuando Sosa encuentra ese amor ve como una esperanza. Sosa quiere hacer las cosas bien, y Luján siempre quiso hacerlas bien, tan bien que no puede con su cuerpo. ¿Por inexperta, quizás?.
Carancho no tiene piedad con el espectador: hay muchos primeros planos, mucha sangre, heridas, golpes, violencia es estado puro. Pero también hay una fotografía hermosa, buenos efectos, excelentes actuaciones. No vi Leonera, así que sólo puedo opinar de Martina Gusmán por su interpretación de Luján. Luján es dulce y tímida, pero es leal y tiene ovarios. Y Gusmán logra transmitirlo, le pone el cuerpo y los gestos a su personaje y para mí fue una revelación. Darín está más cerca de su papel en El Aura y cumple bien. Trapero realiza un film negro, con personajes marginales, con una narración clásica, como él sabe hacer muy bien.

3 comentarios:

Negrolosz dijo...

Hola Karina, hoy iba hacia el cine a ver Carancho, pero no se porque extraña razón me volví a casa, entro a tu blog y me encontré que hablabas de la película, ahora tengo ganas de verla.

karinaponto dijo...

Contame tu opinión cuando la veas!!! saludos,

Negrolosz dijo...

Karina, fue inevitable al ver la película que no recordase tu comentario, no tuve esa ambigua sensacion de ver LA pelicula del año o lo contrario, particularmente me gusto mucho, es cierto el detalle de "cuando es de día (en el departamento de Sosa), Luján le pide que baje la persiana."
Tampoco vi Leonera, pero el trabajo de Martina Guzman me parecio excelente, de Darin que se puede decir, que no se haya dicho.

La verdad sos la mejor comentarista de cine que lei hasta el momento, y no exagero, se nota que le pones el alma de quien ama el cine, no dejes de escribir, dale.