domingo, 11 de marzo de 2012

Si pudiera vivir otra vida...


Domingo. Aburrida. Zapping. En alguna señal empieza El Descanso, donde Cameron Díaz y Kate Winslet intercambian casas para huir de sus desgraciadas vidas. La película pasa a un segundo plano y en mi cabeza empieza a circular una idea: si tuviera la posibilidad de hacer trueque de vidas, ¿qué personaje elegiría?

La primera que se me vino a la mente fue Cèline en Before Sunset. Lo pensé unos segundos y no, ¡ni loca! ¿Quién quiere vivir del recuerdo de una noche de amor en el parque, bajo las estrellas? La misma Cèline le dice a Jesse que aquella noche se entregó por completo y, prácticamente, perdió la capacidad de amar y comprometerse. Mejor no. Sigamos.

Ilsa de Casablanca. Descartada. No me sirve ser una infeliz, renunciar a “EL AMOR”, quedarme con los recuerdos de unos tiempos apasionados en París. Ni me importa que el renunciamiento sea por una causa noble.

La tercera no fue la vencida, pero casi. Pensé en Rose, el papel que interpretó Toni Collete en En sus zapatos. Su vida no es la ideal, tiene que lidiar con demasiados problemas, su hermana, su amante, su padre, su cuerpo, su autoestima. Pero hay algo de ella que me atrapa: Rose se anima a un cambio de vida radical, a dejar un trabajo “adulto” y con proyección para pasear perros, ser más libre, intentar recomponerse y buscar qué es lo que quiere de la vida. Rose es valiente, protectora, leal. Es sensible. Me gusta eso de ella.

Pero no, la ganadora no es Rose. La mujer con la que yo quisiera cuzar vidas se llama Lizzy Benett, escasos 20 años, cuatro hermanas (es la favorita de papá) y una personalidad definida y desafiante. Es inteligente, tiene respuesta para todo, es orgullosa y, aunque le cuesta aceptarlo, al igual que sus hermanas y todas las mujeres de la época, ella espera encontrar al amor de su vida. Lizzy conoce a Mr. Darcy, tan orgulloso como ella y la tensión entre ellos es envidiable. Sus conversaciones son verdaderos duelos, a ver quién resiste más, quién sabe más. A veces hasta me dan ganas de cachetearlos un poco para que se den cuenta de que están destinados, solo es cuestión de que dejen las apariencias a un lado y se animen. Algo de eso ya lo había escrito acá.

Definitivamente es con Lizzy de Orgullo y Prejuicio con quien quisiera intercambiar vidas. No solo para vivir por 1800 y lucir esos vestidos que no te dejan respirar, pero te hacen cinturita perfecta; también para leer sin tiempo, ir a grandes salones a bailar melodías de Henry Purcell y cruzar una mirada furtiva con un tal Darcy.

Y a ustedes, ¿qué vida les gustaría vivir?