lunes, 8 de marzo de 2010

Cómo viví el Oscar para El secreto de sus ojos


Casi como un gol de Argentina en la final de un Mundial. Así grité el Oscar para El secreto de sus ojos. La noche se había hecho larga, hasta el momento no había habido ninguna sorpresa y la buena dupla que formaron los maestros de ceremonia Alec Baldwin y Steve Martin no alcanzó para ponerle pimienta a la ceremonia. Pero cuando vi a Pedro Almodóvar sobre el escenario y entendí que el momento había llegado, me puse tan nerviosa como en una definición por penales. No dudaba de los méritos de la película de Campanella, un tipo entrañable con el que crucé algunas palabras en el último Festival de Cine de Mar del Plata, cuando – entre otras cosas – le agradecí por El mismo amor, la misma lluvia, una de mis películas favoritas. No dudaba de su película porque es realmente buena, porque está impecablemente filmada y cuenta una historia que abarca todos los géneros: hay suspenso, romance, comedia. Le sacó el bigote a Francella y encontró un gran actor dramático. Le puso canas a Pablo Rago, que dejó de ser un galancito, y lo dirigió en una de las mejores escenas del cine que vi en mucho tiempo (cuando habla por teléfono con la madre del asesino de su mujer). No demostró nada nuevo con Darín, porque es Darín y ya no tiene nada que demostrar, pero también le dio una oportunidad distinta a José Luis Gioia y pantalla grande a Don Carlos, el del aviso de la AFIP.
Campanella es conocido y respetado en Estados Unidos, país en el que se formó, filmó Ni el tiro del final y consiguió apoyo para la segunda (El mismo amor…). Allí también dirige cada tanto algún episodio de Dr. House o La Ley y el orden. Y el premio lo entregaba alguien de habla hispana (como cuando Norma Aleandro entregó el de La Historia Oficial en el ’86). Digamos que había indicios y muchos a favor, pero la duda siempre estaba… hasta que Almodóvar lo dijo y todos los que aguantamos estoicamente hasta casi las 2 de la mañana cerramos un día de mucho nervio y emociones, un día prácticamente perfecto después de la victoria de Nalbandian en Suecia. Sólo faltaban minutos para la frutilla del postre: la noche en que una mujer (Kathryn Bigelow) ganó por primera vez un Oscar como Mejor Directora por Vivir al límite, justo cuando por acá empezaba el Día Internacional de la Mujer y justo frente a su ex marido, James Cameron, director de Avatar. Si eso no tiene gustito a revancha, ¿la revancha dónde está?

2 comentarios:

Negrolosz dijo...

Hola Karina, coincido en casi todo con vos, es una buena película, me pone contento que haya ganado el oscar, El mismo amor...me parece excelente, El hijo de...creo es mejor aun, Campanella es un gran director, Darin no tiene nada que demostrar, pero me parece que es una película que no nos representa, es muy norteamericana, no digo que sea mala, te diría que hasta por momentos se torna previsible.

Bueno me gusta como escribís todo
un hallazgo para mi, tu blog.

Karina dijo...

No sé si considerarla norteamericana, la película me parece más bien clásica...
El mismo amor, es una de mis argentinas favoritas. Me gusta El hijo de la novia y prefiero dejar pasar Luna de Avellaneda que no me gustó casi nada.
Veremos qué nos trerá con Metegol.
Gracias, LOS, por tus comentarios!!