Nueve años tuve que esperar hasta
saber si Jesse se tomó el avión de Paris a Nueva York o si, tal como predijo
Celine (y todos deseábamos), lo perdió y se quedó mirándola bailar a Nina
Simone. Ese, el de Antes del atardecer,
fue uno de los mejores finales de la historia del cine. Para mí, claro.
Para los que no saben de qué se trata, la relación de Jesse y Celine comenzó en Antes del amanecer: se conocieron
en un tren, 18 años atrás, y pasaron un día caminando y charlando por Viena.
Eran dos jóvenes de veintipico que, a pesar de tener una conexión increíble,
eligieron dejar librado al destino su reencuentro. Reencuentro que ocurrió en
la capital francesa otros nueve años más tarde, cuando Jesse llegó a presentar
su libro que reconstruía la mágica noche vivida con Celine. A los treinta y
pico las realidades son diferentes, se sabe. Jesse y Celine están más maduros,
pero siguen igual de inteligentes (muy), conservan su sentido del humor, son
cultos, arriesgados, adorables. Ella es adorable incluso cuando se convierte en
una maniática. Sus conversaciones son verdaderos duelos de los que somos
espectadores privilegiados. Sólo dos días en la vida de estos personajes y ya
sentía que los conocía desde siempre.
Hoy, Antes de la medianoche
encuentra a Jesse y Celine viviendo sus cuatro décadas. ¿Cómo contar la historia
de un amor en la vida adulta sin caer en lugares comunes? ¿Cómo mostrar que el
amor existe aunque no todo sea color de rosa como en un cuento de hadas? Antes
de la medianoche es quizá una de las películas románticas más realistas que
existen. A años luz del prototipo hollywoodense, deja en claro que aunque estés
de vacaciones en un lugar de ensueño como el Peloponeso y tengas la posibilidad
de pasar una noche a solas con tu pareja sin hijos a la vista, la realidad te
sacude y te deja tirado en el piso, maltrecho. Mucho más dramática que sus
predecesoras -pero también con una gran dosis de humor-, manteniendo la esencia
de los personajes y dejando en evidencia un minucioso trabajo del guión, con líneas
de diálogo BRILLANTES (así, con mayúsculas), llega al corazón. Los que seguimos
esta trilogía no nos sentimos defraudados; todo lo que sucede, se da
naturalmente. No es difícil sentirse reflejado en lo que Jesse y Celine dicen o
sienten; lo que a ellos les pasa, posiblemente nos pase a nosotros. Y en esa
aparente sencillez está lo maravilloso de esta película. Porque aunque parezca
obvia es humana. Y eso es mucho decir en un cine que abusa del 3D y los efectos
especiales sin argumentos que los sostengan. Entonces, Antes de la medianoche actúa como un bálsamo. Sólo nos queda
sentarnos cómodos en la butaca y disfrutar de ver esas charlas que cualquiera
de nosotros puede tener a la vuelta de la esquina, en un café, en una
habitación de hotel o mirando las aguas azules de Grecia. Que así sea.
NOTA: Esta es mi primera visión de la película, lo escribí "de corrido", apenas salí del cine. Es probable que después de volver a verla o de repensarla por enésima vez se me ocurran otras cosas, visiones, ideas... ¿Continuará?